ACTIVIDAD DE NIVELACIÓN PARA ESTUDIANTES CON PENDIENTES DEL PRIMER PERÍODO.
Instrucción : Debes leer el texto y observar el video, luego realizar la guía ( el enlace se envía al correo electrónico). Después de haber leído el texto guía debes abrir un documento de word (margenes de 2 cm por cada lado, letra arial 12, interlineado 1,5) realizar un comentario de 500 palabras que responda a la siguiente pregunta
¿ Por qué se dice que la juventud tiene crisis de valores morales?
El comentario lo convierten en PDF y lo adjuntan en la parte final de la guia.
Desempeño:
Identifica y explica los elementos éticos que
intervienen en la vida moral de toda persona.
Competencia:
Reconocer aspectos centrales sobre los
principios, los valores, las convicciones y las formas de vivir la moral desde
el fenómeno religioso frente las problemáticas de la sociedad de hoy.
Perfil moral de la juventud
juventud y crisis de
valores morales
Ahora
podemos intentar trazar un perfil moral de la juventud, en las actitudes, conductas
y aspiraciones que se muestran como tendencia en la cultura moderna. Sabemos
entonces que estamos hablando de las tendencias de un modelo y no de la
juventud en general. La ganancia de este esfuerzo deriva quizás de la fuerza hegemónica del modelo del que estamos
hablando. Los temas que aquí señalo pretenden ser más sugerentes que
analíticos, razón por la cual no nos preocupamos enviando a sus fuentes o sus
fundamentaciones teóricas.
Al
mencionar un aspecto, no lo aislamos de un conjunto. Y al aludir un
comportamiento, nos referimos frecuentemente a un mundo complejo de
significados. Podemos encontrar un ejemplo de esto cuando analizamos La Fascinación De La Juventud Por La Noche, una
tendencia que hoy incluso se verifica entre los pre-adolescentes. Puede notarse
que ella se vuelve para los jóvenes en un espacio de libertad y autonomía,
con respecto a los adultos; un lugar de denuncia y rebeldía; expresión de moda; espacio de violencia invisible a los
adultos; escape de un mundo alienado,
carente de proyectos personales y sociales relevantes, y por consiguiente,
intento de escapar de una frustración el subliminal
constante; máscara que esconde el miedo al futuro a través de una huida
liberadora del presente
a)
Aprecio de los valores de la
subjetividad:
En sintonía con la cultura moderna que privilegia al
individuo, la juventud se muestra más atraída por los valores e intereses de
los individuos y los grupos pequeños como los que se empeñan en la
transformación completa de la sociedad. Los movimientos sociales que más les
atraen son los que se relacionan con sentimientos humanitarios y ambientales; y
mucho menos los de índole político. La dimensión lúdica, deportiva y cultural
predomina sobre lo reivindicativo o de influencia social; las instituciones que
más les inspiran confianza son las que se basan en las relaciones
interpersonales: La Iglesia, prensa, sindicatos, instancias gubernamentales
tienen un nivel medio de aceptación; con oportunidad de una mayor aceptación en
la medida en que se muestren más democráticos y más cercanos a la vida
cotidiana.
b)
Actitudes de tolerancia o de
relativismo:
Esta juventud acepta con más facilidad el pluralismo
ideológico y social. Es posible hasta encontrar expresiones de intolerancia,
pero esto no parece ser la tónica. Se ven las diferencias culturales y de
comportamiento con más naturalidad y dan la impresión de un relativismo moral.
Los periodistas informaron que en el encuentro del Papa Juan Pablo II con cerca
de cuatrocientos mil jóvenes en Denver (USA), mientras el Papa condenaba las
relaciones sexuales fuera del matrimonio, el uso de drogas etc., las juventudes
reían y aplaudían. Una buena relación grupal y festiva se pone por encima de
las divergencias de opinión o de convicciones. La juventud se inclina a aceptar
a las personas en el conjunto de sus circunstancias sin llegar a discutirlas.
Estaría aquí la expresión de una sociedad bajo la señal del pluralismo;
bombardeado por imágenes y diversificación de mensajes. La síntesis conclusiva
es de la aceptación de las personas en sus trayectorias y expresiones.
c)
Sentimiento de inseguridad y
de autoafirmación
Más exactamente porque bajo el impacto del
pluralismo, puede notarse la inseguridad y la necesidad de autoafirmación de
esta generación (post)moderna de jóvenes. La afirmación del joven no consigue
ser suficientemente fuerte para superar el anonimato en medio del pluralismo.
“El déficit de identidad personal es enormemente grave en el mundo juvenil. De
ahí que se busque una ‘identidad prestada’ en grupos de tiempo libre o de
carácter religioso, en tribus urbanas, en grupos violentos de ideologías
extremistas, en sectas, que acogen a jóvenes sin una identidad lograda,
dándoles un apoyo colectivo que llene el vacío psicológico. Esta falta de
identidad acaso expliqua la obsesión por la imagen: una fachada atractiva que camufla
la debilidad de la estructura. La ropa y la moda en general, instrumentos de
uso “consagrado” entre los jóvenes, como el medio, símbolo, símbolo de un
grupo, son recursos que buscan llenar la necesidad social de pertenecer a un
grupo. También expresan esta ansiedad de auto-afirmación. La inseguridad
personal frecuentemente camufla una baja
autoestima que, en el fondo clama por un nido afectivo, un clima de acogida y
de calor humano, independientemente de otras diferencias.
d)
La amistad como valor.
Se entiende en este conjunto de sensibilidades que vamos describiendo, que la
amistad adquiere un significado especial para los jóvenes. Se vuelve un
elemento afectivo del que se necesita, y al mismo tiempo un encuentro de
auto-afirmación y de reforzamiento de la identidad. Una red de amigos significa
de algún modo estabilidad emocional e integración social para los jóvenes; de
ahí la importancia de los grupos de amigos y sus momentos de expresión e
iniciativas. También por esto en sus problemas, el/la joven no busca tanto una
voz de un orientador de experiencia como una persona amiga. Es típico el hecho
que se verifica: en el período de la formación, vemos más a los jóvenes
conversando con sus iguales de sus problemas íntimos, que con las personas
encargadas de la formación. En las relaciones interpersonales aparecen dos
tendencias aparentemente contradictorias: buscan relaciones que no generan
compromisos serios, pero al mismo tiempo, ansían la fidelidad.
e)
Inserción en la
provisionalidad.
Sabernos como la cultura moderna trajo un nuevo
concepto espacial, pero también cambió substancialmente la inserción humana en
el tiempo. La velocidad del movimiento, el bombardeo rápido de mensajes y la
alternancia de imágenes, el progreso de las ciencias y tecnologías, el
crecimiento de la productividad y el exacerbamiento del consumo, contribuyen en
su conjunto a dar velocidad a la vida y generar un sentimiento profundo de que
todo es provisional. El futuro se vuelve una incógnita y de una cierta manera
también una amenaza angustiante. La juventud, más que el mundo del adulto, vive
esta nueva temporalidad y expresa en su vida las consecuencias. Este
sentimiento de provisionalidad abarca todas sus relaciones, a veces de una
manera contradictoria, como mencionamos previamente con respecto a la amistad.
Así, la juventud con facilidad se abre más a certezas absolutas y de referencia
más duraderas. Sus opiniones y sentimientos pueden cambiar rápidamente. “Esto
genera en los/las jóvenes un acusado pragmatismo, orientado hacia lo útil en
cada instante, que le lleva incluso a la construcción de sus propios universos
éticos, dotados de una gran habilidad y de escasa consistencia. Todo esto
conduce a formar personalidades sin convicciones sólidas, sin certezas
asimiladas vitalmente, que no se sienten capaces de opciones definitivas que
comprometan para siempre”. La juventud carga un fuerte sentimiento de
solidaridad, tiene simpatía por ella, pero sobre compromisos frágiles.
f)
Valoración del placer y de
la fiesta.
La cultura moderna, aunque experimente una profunda ambigüedad de desigualdad, de
exclusión, y albergue los dolores de una humanidad en su mayor parte
empobrecida, no obstante todo esto, cultiva sueños de la felicidad y de placer;
de ocio y de tiempo libre. La juventud moderna tiende a vivir al máximo esta
propuesta y los recursos que se le ofrecen. Distanciada de las relaciones de
trabajo, como ya mencionamos, tiende a no cultivar grandes aspiraciones
económicas así como no tener una necesidad de ahorrar. Los propios padres son,
muchas veces, los que favorecen esta tendencia, al querer ofrecer a sus hijos
aquello que, en términos de consumismo, ellos mismos no tenían en su juventud.
El tiempo de la fiesta se vive como libre de las coerciones y normas.
Junto
con la fiesta, el placer merece observaciones específicas. Aunque la sociedad
contemporánea no prescinda de formas de culpabilización, es bastante evidente
como se distancia hoy la relación entre placer y culpa. Así, se vuelve difícil
para los jóvenes percibir y reconocer los límites o por lo menos las posibles
ambigüedades éticas entre el placer y la fiesta. Se vuelve antológico
En
la antítesis del placer, el sufrimiento, el dolor y la renuncia se vuelven
problemáticas para la juventud moderna. Cargando quizás un poco la tinta,
Jiménez Ortiz afirma que los jóvenes “adolecen de poca capacidad para soportar
el sufrimiento y la renuncia. Su escasa consistencia psicológica los hace
enormemente vulnerables. La búsqueda de la gratificación inmediata condiciona
la solidez de todo compromiso. No resulta comprensible una opción que deba
mantenerse con el esfuerzo ascético. Para la actual generación de jóvenes, la
noche se ha convertido en su símbolo por excelencia: es el tiempo ‘sin tiempo’,
sin reloj y sin horario, es el espacio de la libertad sin disciplina y sin
exigencias externas, es el lugar de la ambigüedad y de la seducción, de las
emociones y de la fragilidad, del placer y de la vulnerabilidad”.
g)
Apertura al trascendente.
La apertura de la juventud al trascendente, al mismo tiempo que innegable, se
rodea de una pluralidad de sentidos, y como otros se impone en la sociedad de
hoy. Los muchos signos religiosos más o menos explícitos incorporados en la
ropa y los adornos revelan por lo menos un sentimiento vago de trascendencia
que la juventud cultiva. Las expresiones religiosas explícitas, en general,
tienden a participar de las características previamente apuntadas. No es tan
fácil, con la juventud, pasar de la fe al compromiso. Es posible que una
participación en los grupos religiosos signifique más una afirmación de
“pertenencia” que de “creencia”. La búsqueda del trascendente se compone y no
podría ser diferente, como un conjunto de necesidades experimentadas por los
jóvenes, particularmente en términos de solución de sus angustias, de
recuperación de autoestima, de afirmación de su identidad e integración social,
de búsqueda de un sentido de vida capaz de potencializar el enfrentar al
futuro.
e.sli.yerson.pialejo@cali.edu.co
ResponderEliminaryerson santiago pialejo urbano
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La pregunta sobre la juventud y los valores morales es hoy un tema de gran actualidad, tal vez porque en las nuevas generaciones se muestran los primeros frutos de todo lo que nuestra civilización planta y cultiva. Superando así, por esta primera hipótesis, una lectura moralizante de la juventud, el tema nos remite a los factores múltiples que contribuyen a la formación de los valores morales y al desarrollo del comportamiento humano. De esta forma, analizar la crisis de los valores morales de la juventud será, en gran parte, analizar la crisis de los valores morales de nuestra sociedad en general.
En el presente análisis[2], el tema merece inicialmente un esclarecimiento conceptual que no constituye una mera introducción de presupuestos, pero ellos ya son señales sustanciales para una aproximación al tema. Hay dos aspectos fundamentales en este sentido: lo que seria adecuado entender cuando nos referimos a “valores morales”; y de que “juventud” estamos hablando, cuando nos preocupamos por su “crisis de valores morales”. La fuerte interrelación entre estos dos aspectos es una buena entrada para abordar el tema.